Articulo 3: 2da Intervencion Francesa
2da Intervención Francesa
Por: Mia Yamile Cerón Gálvez
Francia envió cerca de 6000 hombres bajo el mando
de Charles Ferdinand Latrille, conde de
Lorencez, quienes llegaron a Veracruz el 6 de marzo de 1862. Entretanto, los
soberanos de España y Gran Bretaña disolvieron la alianza tripartita,
agraviados por la diligencia de Francia, y se dispusieron a arreglar sus
asuntos con México individualmente.
Las tropas francesas se dirigían hacia la capital;
Lorencez marchó hacia Orizaba, donde recibió refuerzos de L'Herillier y
Gambier.
Las tropas republicanas, bajo el mando de Ignacio
Zaragoza, intentaron cortar a los franceses el camino a México cerca
de las cumbres de Acultzingo, aunque fue inútil. Zaragoza procedió a congregar
sus fuerzas alrededor de Puebla; la victoria de los republicanos en la batalla de
Puebla, ocurrida el 5 de mayo de 1862, proporcionó
optimismo y confianza, lo cual incrementó la moral del pueblo mexicano. Juárez,
entonces, aprovechó el tiempo para preparar la defensa; se levantaron
trincheras y se reunieron recursos para sostener un posible sitio a Puebla.
Francia envío refuerzos de 30 000 soldados bajo el mando del general Forey.
Al año siguiente,1863, el ejército francés
invadió Tabasco,
al mando de Eduardo Gonzáles Arévalo, el 21 de febrero tomaron Jonuta y el 15 de marzo el
puerto de Frontera. El 16 de marzo Forey comenzó
nuevamente el sitio de Puebla; la ciudad resistió numerosos días, pero
finalmente, después de haber sido destruidos los fuertes de Santa Inés y San
Javier, sucumbió a las tropas francesas. El sitio llegó a su fin el 17 de mayo,
cuando Forey ocupó la plaza central, aunque no
entró en la ciudad hasta el 19 de mayo.
Los generales González Ortega, Escobedo y Negrete fueron enviados prisioneros a
Francia, pero lograron escapar en el trayecto.
Después de la caída de Puebla, Juárez ordenó
llevarse los archivos del Gobierno, a fin de facilitar la marcha de los
negocios públicos dondequiera que se estableciese la capital provisional. Era
conveniente crear la impresión de una retirada estratégica, no de una fuga. La
caravana de la República abandono la Ciudad de México a fines de mayo de 1863.
Al frente marchaba una descubierta de caballejos y tras ella un carruaje cenizo
que ocupaban Juárez y su familia, y que rodaba lentamente para no incomodar a
Margarita, embarazada otra vez. En seguida venían los coches de los miembros
del gabinete y de los amigos de siempre, como el administrador de Correos
Guillermo Prieto y el diputado y magistrado de la Suprema Corte Manuel Ruiz,
con varias docenas de colegas legisladores y magistrados; cientos de burócratas
anónimos deseosos de hacer méritos, y al final un piquete de infantería de
medio centenar de hombres y una infinidad de soldaderas con sus niños.
Se viajaba por igual a caballo, a lomo de mula o en
carruajes y carromatos colmados de colchones, sillas, mesas y hasta pericos.
"Desde lejos la caravana parecía una culebra que se arrastraba por los
caminos, ascendía por los cerros, vadeaba arroyos y levantaba enormes nubes de
polvo a su paso. Era aquel un colorido conjunto en el que refulgían el rojo
vivo de las mantas, el rojo terroso de algunos coches, el rojizo oscuro de los
caballos, el mate de las armas, el blanco de las bufandas, el gris de los
sombreros y el azul de los soldados que alcanzaron uniforme", escribió un
periodista [cita requerida].
En pocos días avanzaron 300 kilómetros para llegar
a Dolores Hidalgo. Por ser la cuna de la independencia, el poblado parecía
ideal para instalar allí el Gobierno, máxime cuando el gobernador de
Guanajuato, Manuel Doblado, conservaba intacta su Guardia Nacional de 5000
hombres. Pero el general conservador Tomás Mejia merodeaba por la región, y
hubo que continuar hacia el norte otras decenas de kilómetros, hasta San Luis Potosí.
La caravana empezó a entrar en San Luis Potosí el 9
de junio, sin encontrar oposición. Más aún, el acosado gobernador sustituto
entregó feliz a Juárez el soberbio edificio del Gobierno Estatal —donde había
magníficas habitaciones destinadas al gobernador y su familia— y trasladó los
poderes locales al ex palacio del obispado. Mientras tanto, el 10 de junio, las
tropas francesas hicieron su entrada triunfal en la Ciudad de México, donde el general Forey
constituyó el gobierno de ocupación. Juárez, pronosticando la victoria,
organizaba la resistencia, y los estados norteños se aprestaban para la guerra.
Mientras tanto en Tabasco,
las tropas francesas, después de un bombardeo tomaban la capital del
estado San Juan Bautista el 18 de junio de
ese mismo año, y el intervencionista Eduardo González Arévalo se autonombraba
Gobernador de Tabasco.
Forey regresó a Francia para recibir el título de
Mariscal, y en su lugar asumió el cargo François Achille Bazaine Bazaine. El ejército francés superaba ya
los 45 000 hombres, y sumado a los territorios previamente conquistados,
ya ocupaba Tlaxcala, Toluca y, muy pronto, Querétaro.
El 9 de noviembre partió Bazaine, acompañado
de su áscar, hacía el norte; encontraron poca resistencia, lo cual les ocasionó
pocas pérdidas al ocupar las principales poblaciones del país. El general
imperial Márquez capturó San Luis Potosí, solo días después de que Juárez
trasladara su gobierno a Saltillo.
Los republicanos resistieron el avance francés en
varias partes del país empleando básicamente las técnicas de guerrilla;
en Tabasco,
las fuerzas republicanas frenaron a los franceses al derrotarlos en la Batalla de El Jahuactal el 1 de
noviembre de 1863, la ciudad de Tampico había
sido bloqueada por guerrilleros y, en el sur, Porfirio Díaz,
al mando de 4000 soldados, obstaculizaba el paso desde México hacia Veracruz. A
pesar de ello no pudo impedirse el avance francés, que ocupó en 1864 Guadalajara, Aguascalientes y Zacatecas.
Los generales republicanos suplicaban a Juárez que
renunciara a su cargo para, de esa manera, poner fin a la guerra de
intervención francesa. Entre ellos destacaban los generales Manuel
Doblado y Jesús González Ortega, así
como Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León y Coahuila.
Este último se unió al bando imperial a causa de graves diferencias entre él y
Juárez. Entretanto, Benito Juárez,
debido a la reducción del territorio republicano, se vio forzado a trasladar
nuevamente su capital a Monterrey.
Sin embargo, las fuerzas federales tabasqueñas al
mando del coronel Gregorio Méndez Magaña, lograrían propinar
un duro golpe a las aspiraciones intervencionistas francesas, al derrotarlos en
la memorable toma de San Juan Bautista el 27 de
febrero de 1864, recuperando la capital del estado San Juan Bautista, cubriendo de gloria a
las armas nacionales y dándoles nuevos bríos para continuar la lucha.
Debido a los problemas europeos de Napoleón III
sobrevino un cambio en el panorama para los republicanos. Las tentativas por
parte de Francia de retirar sus tropas, finalmente se materializaron a
principios del año 1866, lo que inició el avance republicano hacia el centro del
país, puesto que el Ejército imperial no contaba con las tropas necesarias para
contener su avance. En 1867 Maximiliano I de México reorganizó el
Ejército imperial, designando a los generales conservadores para altos puestos
militares. El mando recayó en los generales Miguel
Miramón, Tomás Mejía y Manuel Ramírez de Arellano. Sin embargo,
al acercarse las tropas republicanas a México, Maximiliano se trasladó a
Querétaro para continuar la lucha.
Entrada Triunfal de Benito Juárez a la Ciudad de México. Mural de Antonio González Orozco en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec para conmemorar el 15 de julio de 1967
A partir del 6 de marzo de 1867 el general Mariano
Escobedo sitió la ciudad de Querétaro; mientras tanto, el
general Porfirio Díaz sitiaba la ciudad de México,
impidiendo a Márquez y Vidaurri reforzar a las tropas imperiales en Querétaro.
Después de 71 días de resistencia, Querétaro cayó en manos de Escobedo por una
traición, y el 19 de junio fueron fusilados, en el cerro
de las Campanas, los generales Tomás Mejía y Miguel
Miramón, junto con Maximiliano I. Juárez entró en la capital
del país el 15 de julio de 1867; había triunfado la
República.
Referencias:
Ferro, R. D. (2020, 4 octubre). La intervención francesa en México y el Segundo Imperio de Maximiliano I (1862–1867). Desperta Ferro Ediciones. Recuperado 2021, de https://www.despertaferro-ediciones.com/2020/intervencion-francesa-mexico-imperio-maximiliano-1862-1867/
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